Después de producir una varilla de lingote de un solo cristal, se corta en obleas de 1 mm de grosor y se pule. En las aplicaciones de pulido tradicionales, las obleas se colocan en una suspensión de líquido con almohadillas giratorias. Este proceso generalmente no excede las temperaturas superiores a 35 ° C (95 ° F) porque si las obleas se sobrecalientan, se destruirán.
Debido a esto, el control de la temperatura es fundamental, y dado que la oblea está cubierta por una película de líquido, se requiere un sensor de 8-14 micras para obtener una medición precisa de la temperatura, ya que el sensor puede medir la temperatura del líquido que recubre la oblea.